La otra esquina
¡La antigüedad es clase!
La nueva trova nos regala una hermosa melodía que al inicio nos dice: “Sólo le pido a Dios que el dolor no me sea indiferente”… Pareciera que no hemos escuchado su letra; si la escuchamos, no la comprendimos; si la comprendimos, no somos capaces de aplicarlo en nuestras vidas. La indiferencia ha sido tratada por psicólogos, educadores, religiosos, intelectuales diversos… Y nuestra sociedad sigue más y más endurecida con el congénere.
En una sociedad de consumo, como la nuestra, quien no produce o deja de producir sale sobrando, es un estorbo que hay que eliminar. Actitud enraizada en la mente y corazón de muchas, muchísimas personas. Este sentimiento de sierpe no discrimina: une todos los colores, las profesiones, los tamaños, las nacionalidades… Felizmente no son todos; pero son.
Las víctimas: mujeres y hombres marcados por las grietas del tiempo, andar cansino, motricidad confusa, algunos recuerdos idos. En el tránsito de sus días infantiles fueron la alegría de sus padres; en sus años mozos construyeron el rostro de nuestra patria; engendraron hijos e hijas que cuidaron con abnegación, se privaron de muchas cosas para dar lo mejor a sus retoños. Ahora, al final del camino, solos, abandonados, sin el amor de quienes se nutrieron de sus años de fortaleza, esperan el ocaso.
¿Los sentimientos envejecen? ¿Los adultos mayores no pueden ser merecedores de afecto, mas aún si se trata de su progenie? ¿El ser humano como si fuera objeto, al tener alguna falla se debe desechar? No responda. Medite. Mire alrededor, divise a sus padres, abrácelos; siéntase niño nuevamente y en su regazo dile cuanto los necesitas, cuanto los amas. Tus hijos observan, se regocijarán, serán felices, se sentirán orgullos y jurarán que cuando sean grande serán como tú. Si no los tienes cerca, camina cuadras, corre millas, rompe distancias, encuéntralos, confunde tu ser con ellos en un tierno abrazo, báñalos de besos y pide perdón por el olvido al que los has sometido. ¡Aún hay tiempo! Muchos no tenemos la bendición de tenerlos vivos; sólo nos queda elevar una oración al altísimo agradeciendo por los diligentes y amorosos padres que nos regaló.
Según el censo del año 2005, a nivel nacional hay 2 millones 308 mil adultos mayores, es decir el 8.5% de la población. Según proyecciones oficiales, se estima que para el año 2010 será el 10.8%, para el año 2025 será el 12,4% y para el año 2050 llegará a ser el 21.3%. Si las cifras no te dicen nada, te recuerdo que tú, él, aquel y yo formamos parte de esa estadística. Seremos los adultos mayores del mañana. En nosotros está cambiar el rumbo de este lastre social. La indiferencia, la falsa comodidad, el desamor no nos puede ganar. Hoy eres grande y fuerte; pero recuerda el estribillo de una canción que dice: “Todo tiene su final, nada dura para siempre…”
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