sábado, 8 de marzo de 2014

EN EL DÍA DE LA MUJER: Las R de mi vida

La verdad, no sé, aún no comprendo si las R me siguen o soy yo quien las persigue. Lo cierto que han marcado mis días. La primera R, no solo me regaló el milagro de la vida, cuidó mis pasos, vigiló mis sueños, protegió mi ser en enfermedades, alimentó mis quimeras, fortaleció mis debilidades; guio mi camino a la senda del estudio, del trabajo, del bien… Y sobre todo confió en mí: confió que luego de nueve meses estaría en sus brazos, confió que luego de algunos meses caminaría, confió que culminaría mis estudios, confió que sería un buen hombre, buen hijo, un buen hermano, un buen esposo, un buen padre, un buen amigo. Lo dio todo por verme grande, fuerte, feliz. Consagró su vida a sus hijos, trabajó intensamente para darnos el pan diario de la educación. Se inmoló ocultando dolencias, negando enfermedades para seguir produciendo. Cuando le mostré el título, ella lo miró fijamente para luego brotar unas lágrimas. “Estoy orgullosa de ti, te admiro” me dijo. Amor de mujer, amor de madre  que no encuentra medida, amor que desborda. Junté su llanto con el mío: el que tiene orgullo por ti soy yo, quien te admira soy yo, no me alcanzará vida para agradecer lo mucho que hiciste  por mí, ROSITA, madre mía, mi R, mi eterna R.  Tu partida dejó instalado profunda tristeza en casa, mitigado por tus dulces recuerdos y el eco de  sus proféticas y sabías palabras del adiós: “…la tristeza de no volver a verlos me deja una alegría; la alegría que no te quedas solo, tienes una buena compañera, gran mujer, preocupada madre;  a la vez tienes una linda niña que depende de ustedes. Vive tus días para merecerlas, vive tus días para amarlas; en ellas estaremos por siempre, tu padre, yo…”

Mi segunda R no me dio la vida; pero me afirmó a ella,  no estuve atado por nueve meses a cordón umbilical, nos ata por siempre el cordón eterno del devoto amor. Bella y virtuosa mujer es mi segunda R. Llegó a mí con la precisión de un plan de Dios, su presencia me hizo temer la soledad, no hay melodía que suene bien si no se está en compañía del ser que completa tu ser. Recordé que era hijo del convenio, recordé qué es lo que Dios espera de mí y fue así como unimos nuestras vidas. Mi cónyuge ayudó y luego continuó la obra de mamá: cuida de mí con dedicación, orienta mis pasos, fortalece mis debilidades, ayuda a construir mis sueños, cuando es necesario se pone severa para amonestar. No sorprende su fortaleza de cuerpo y espíritu, es virtud de mujer, a primera hora preocupada de los alimentos para luego ir al trabajo, ya al atardecer hasta altas horas de la noche preparando material para el día siguiente, meditando, simulando situaciones que mañana realizará con sus alumnos. Antes de dormir organizando todo para el siguiente día, revisando horarios de los niños, preguntando por la ropa que me pondré… Incansable mujer dedicada las horas del día a sus seres queridos y en horas de sueño, soñando cómo mejorar la casa, cómo mejorar la familia. Es ella mi universidad, de ella aprendí y aprendo las mejores materias para un hogar exitoso y feliz. Gracias flaquita, gracias R, mi madre tenía razón cuando dijo que contigo me saqué la lotería. Eres mi inspiración, si he mejorado como persona, es gracias a ti, si algo he logrado en la vida es gracias ti, gracias por haberme dado el regalo más maravilloso que se puede dar a un hombre: la paternidad. Es maravillo retornar a casa y encontrarte, con una sonrisa y un abrazo me das la bienvenida y la pregunta de siempre: Qué tal tu día. Es un gozo sin descripción ver tu rostro antes de descansar y sea tu faz lo primero que vea en el nuevo día, espero se prolongue por muchos años más. Mi Rosa de ayer, de hoy, mi Rosa de siempre, mi gran R eres la música que pone ritmo a mi vida, eres poesía que forma al amor perfecto.

Mencioné mi paternidad, es ahí donde están mis otras dos R. La primera vio el sol el mes de la patria; la segunda, el mes de la Villa del Sol. Ambas de voluntad férrea, extremada inteligencia, humildes ante Dios, de inigualable belleza; sacrificadas hermanas, amorosas hijas. Han crecido tanto que ahora nos cuidan, protegen y recriminan si fuera el caso. Vidas que convierte la casa en verano, nos regalan racimos de alegría, usan el ingenio para hacernos reflexionar, encaminan nuestros equívocos. Instalan carcajadas permanentes, “que pasa viejo, la vida es un carnaval” me dicen si estoy nostálgico consiguiendo dibujar sonrisas en mi rostro. Si me pongo severo dicen “no digas” contagiándonos su alegría. Raiza y Roxette son el amor hecho carne, el azúcar del café, la miel del panal. Así, así mi vida es feliz con las tres R que me quedan. Gracias por hacer de mí un hombre dichoso, ustedes son mi trinidad, son la razón que da razón a mi vida, son la vida misma.

No debo dejar de mencionar a otras mujeres que si ser R, moldearon parte de mí como proyecto de un hombre mejor. María y Jesús, mis abnegadas hermanas son la prolongación de mamá. De niño ocultaban nuestras travesuras a fin de no ser amonestado, vigilaron nuestros estudios, enjugaron nuestro llanto, enderezaron nuestros caminos, nos dieron el pan, nos dieron abrigo, nos dieron amor… Y aun hoy, a pesar de los años idos me tratan como a un niño y yo sigo sintiendo calor abrazador en sus brazos. Las amo; de la memoria jamás podrá borrarse los momentos felices vividos, los momentos difíciles sufridos, ustedes siempre, siempre a nuestro costado para sostenernos, para sufrir con nosotros, para reír con nosotros. Papá, mamá y todos en casa nos sentimos orgullosos de ustedes, baluarte de la familia como unidad.

Hay otras dos mujeres que sin ser sangre de mi sangre son vida de mi vida. Bibi, mi abnegada suegra. Me adoptó como su hijo, me trató como su hijo, me quiso como hijo. En ausencia de mamá estuvo ella, Bibi, para consolarme, sosegarme, sostenerme. Generosa en extremo, virtuosa cabal. Con sus actos me enseñó el desprendimiento, a no esperar nada a cambio cuando se hace lo justo. Bibí fuiste Himno Dominical que calma nuestras aguas, eres eco que nos recuerda lo correcto. Ana, mi dedicada Ana, como dirían los jóvenes mi “cuñis”. Heredera de la preocupación ancestral por el bien común. Mi bella cuñada es mi hermana, aquella que siempre está preocupada por todos, llamando a todos para saber cómo están, si toma conocimiento que alguien esta delicado o en problemas, no sé cómo hace pero llega y ahí está ayudando y ayudando. Mi afecto sincero Anita, eres bravío río que no acepta muro, agua que corta inquebrantable roca.

En este especial día, día de la mujer, debo decir que el hombre se completa con la mujer, que el hombre es  realmente hombre cuando voluntariamente se une a una mujer y en esa unidad la protege, la cuida, la ama, la respeta.

A todas las mujeres del mundo FELIZ DÍA:

       MUJER  
TIERRA QUE DA VIDA
HORNO INAGOTABLE DE PAN

MAR QUE BAÑA NUESTRAS COSTAS.

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