domingo, 7 de junio de 2020


ADIÓS CHIQUITITA

Ya van cuántos caídos, partidas sin despedida, en silencio, a solas; sin poder estar para decir adiós. Hace un par de días enrrumbó en su viaje al infinito; no sabía que sin querer estaba obligada a hacer maletas. Seguramente habrá reunido a sus hijos y esposo y les habrá cantado una canción para enseñarles que la vida sigue sin ella, que hay que ser fuertes al enfrentar los designios de Dios, que después de días turbios llegan mañanas de pleno sol. Su dulce voz habrá cantado esa última melodía como hace cuarenta años cantó para mí devolviéndome la vida y la esperanza.

Mamá de luto, desgarrada por el dolor al ver el féretro de papá ingresar a su última morada, desmaya, María y Jesús la sostienen dándole aire para reanimarla, David sin soltar la mano de mamá está bañado en lágrimas, Neyer sentado al pie de la tumba de mi padre no puede contener el llanto, Raúl acompañado de Toto y Jhony contiene sus lágrimas volteando la cabeza atrás. Muchos conversaban de lo bueno que había sido papá, otros acompañaban el dolor nuestro, realmente acongojados. Y yo, yo que siempre había amado y respetado a Dios dudaba de su amor o existencia, ¿por qué? Me preguntaba, odiaba todo y a todos, maldecía al hipócrita que fingía llanto, deseaba la muerte de muchos y que papá despierte; confundido, con profundo rencor por la injusticia de la muerte de mi padre, corrí a la parte posterior del cementerio, afuera había una pequeña sequia, me senté, introduje los pies con todo y zapato y lloré, llore… golpeaba mis rodillas con la frente; repentinamente sentí su dulce voz,” cálmate Renato, no llores, ya tu papito está con Dios”. Se sentó a mi costado, también mojo sus zapatos, dijo que iba a cantar una canción para mí, cantó, cantó… dándole oxígeno a mi vida, afianzando un sentimiento nuevo que hizo más llevadero mis días:

¿Chiquitito dime por qué?
tu dolor hoy te encadena
en tus ojos hay
una sombra de gran pena.

No quisiera verte así
aunque quieras disimularlo
si es que tan triste estás
¿para qué quieres callarlo?


No quería que me vea llorar, seguía con la cabeza en la rodilla, estaba fascinado por su voz y la letra de la canción. Habíamos hablado poco, me alegraba las veces que habíamos conversado, me gustaba su sonrisa y la forma de sus labios al pronunciar mi nombre; pero no sabía que cantara y cantara tan bien.

Chiquitito dímelo tu
en mi hombro aquí llorando
cuenta conmigo ya
para así seguir andando.

Tan seguro te conocí
y ahora tu ala quebrada
déjamela arreglar
yo la quiero ver curada.

Chiquitito sabes muy bien
que las penas vienen y van y desaparecen
otra vez vas a bailar, y serás feliz
como flores que florecen.
Chiquitito no hay que llorar
las estrellas brillan por ti allá en lo alto
quiero verte sonreír, para compartir
tu alegría chiquitito.
Otra vez quiero compartir
tu alegría chiquitito.

Cantaba y agarraba mi cabello, que hermosa melodía, muchas veces la había escuchado, no había reparado en la letra, la maravillosa letra que me infundía esperanza

¿Chiquitito dime por qué?
tu dolor hoy te encadena
en tus ojos hay
una sombra de gran pena,
no quisiera verte así…

Su voz era más débil, se respiración agitada, avergonzado levanto la vista, ella tenía los ojos en llanto, nos miramos fijamente, en un acuerdo nunca dicho ella secaba mis lágrimas, yo las suyas, en coordinación perfecta acerque mis labios a sus labios y ella sus labios a los míos, juntamos nuestros labios en un beso que durará mientras tenga vida. Sentí la acidez de nuestras lágrimas, nos apretamos fuertemente como si quisiéramos ser uno. “La canción refleja lo que siento, nunca estarás solo, siempre estaré para ti, ya no eres Renato, ahora eres chiquito, mi chiquitito, yo seré tu chiquitita”. La abrace tiernamente, nuevamente nos miramos fijamente, sus ojos eran una promesa de tranquilidad, sus labios el dulce manjar a venerar. Nos besamos, está vez sentí el dulce de sus labios cual ambrosía me regalaba vida eterna. Nunca pregunté ni ella respondió, solo fue la fuerza del primer amor que nos unió como enamorados. Fueron tiempos memorables, las veces que podíamos conversar era tan feliz, que hubiera podido cantar “bonito, todo me parece bonito” de haber existido la canción. Los sábados, los días más esperados, encontrarnos en el quiosco de periódicos, pasear, conversar, En cada palabra, en cada sonrisa, en cada mirada encontrar motivos para amarte más, la despedida siempre con un juramento de eternidad y una promesa de nueva cita. Hola chiquitito, hola mi chiquitita, nos tomábamos de la mano fuertemente, caminábamos en el mismo ritmo de pasos, si alguien conocido se acercaba, nos soltábamos, ella se sonrojaba y decía “es que tengo miedo que le digan a mis padres”, para luego nuevamente tomarnos de la mano y seguir caminando juntos, que chiquitito esto, que chiquitita aquello. Así eran nuestros días en compañía. Si veíamos una pareja de enamorados, con miradas de auscultador las observábamos para luego preguntarnos: “¿chiquitita, tú que vez?  Solo bajas pasiones; y ¿tú que vez chiquitito? Lujuria”. Reíamos, seguíamos nuestro camino convencidos de nuestro puro y perpetuo amor.

La vida y sus caminos, a veces confusos e incomprensibles, nos permitió el primer amor, nos ayudó a crecer y aprender juntos hasta nuestro tercer aniversario. Sin preguntas, sin rupturas ni reclamos, esa vez nos dijimos adiós. Caía la tarde, arreciaba el frío, inerme veía tu caminar, te detuviste por unos instantes, volteaste, retornaste a mí, con los ojos vidriosos me miraste fijamente, tus manos estrujaron mi casaca, besaste mis labios fuertemente, recobraste la respiración: “Siempre serás mi chiquitito”, media vuelta, tus pasos sembraron distancia haciendo cada vez más pequeña tu figura, aunque tu recuerdo se agigantaba en mi memoria.

El viernes pasado partiste a la eternidad, mi primer amor, mi buena amiga ya no está. Ya no escucharé tu dulce voz diciéndome chiquitito, recordándome que siempre hay una solución, solo hay que buscarla. Decías  que nunca se está solo si hay alguien que te quiere de verdad sea como novia o amiga. Siempre te dije lo importante que eras para mí, primero como enamorada, luego como buena amiga. Nunca agradecí la influencia positiva de tu vida en mi vida, me enseñaste a perseverar, a encontrar ventanas si las puertas se cierran; confiaste en mí, enseñaste a confiar en mis posibilidades, siempre estuviste para mí, tal como lo prometiste. Recuerdo que cuando asumía un nuevo reto profesional el 2015, enviaste un mensaje: “Chiquitito, felicitaciones. Recuerda, eres bueno, nunca lo olvides”. Gracias por todo, si ese día no llegabas para cantarme, seguramente ya no estaría en este mundo. Perdón por no estar, aunque sea con la tecnología, cerca de ti, tal como lo prometimos esa tarde de octubre en la que se juntaron nuestras vidas. Adiós primero amor, adiós buena amiga. Cuando todo esto acabe, buscare tu tumba, te llevaré una canción. Descansa en paz chiquitita.

No hay comentarios:

Publicar un comentario