domingo, 20 de noviembre de 2011

A MARÍA DE JESÚS VÁSQUEZ, Reina y Señoa de la Canción Criolla

Mientras en los hogares se hacía vigilia para ser testigos del triunfo de la vida sobre la muerte; mientras el género humano lleno de esperanza, en sábado de gloria, esperaba el domingo de resurrección para ver al señor de los señores, al rey de reyes elevarse al reino de los cielos a sentarse en su trono y desde ahí, gobernar con amor y sabiduría los destinos de la humanidad; mientras la fe vivificaba la Semana Santa, un ángel partía al infinito para integrarse al coro celestial.

María de Jesús Vásquez ha muerto, la Reina y Señora de la Canción Criolla partió a la eternidad un sábado de gloria. Ya en la gloria de nuestro Padre Celestial, en trío con Lucha Reyes y el Zambo Cavero entonarán las más hermosas melodías que alguna vez escucharon mortal oído para deleite de serafines, ángeles, arcángeles y del mismísimo Dios.

Jesús Vásquez ha partido a un viaje sin retorno. Descansa en paz en un lecho de amor y agradecimiento por deleitarnos con sus melodías. El sino ha ordenado que su figura con traje de luces y colores conserve su pedestal de Reina, que su voz sea eternizada en el afecto y la memoria, que sus canciones sean tarareadas por chicos y grandes, por hombres y mujeres, por ricos y pobres.

Su música tuvo el más noble objetivo de la humanidad: sensibilizar nuestros corazones hasta hacernos sentir realmente humanos. Por ello será llorado por sus familiares y amigos; será llorado por la patria; será llorado por los pueblos del mundo; será llorado por la Madre Tierra que en un arranque de generosidad nos regaló a un ser de dimensión celestial para serenar el  ímpetu mediante la razón, para aquietar nuestro acelerado paso en la vertiginosa vida, para regocijar nuestro enturbiado corazón.

Otros cantarán, seguramente aplaudiremos, la búsqueda de la hermandad mediante la música no ha terminado; pero tú siempre y para siempre serás la Reina y Señora de la Canción Criolla. Sin ti, el firmamento artístico no será el mismo. Cada ser humano que cansado mire a los cielos en noches venideras, oirá tu voz, sabrá que hay esperanza en nuestra patria, sabrá que hay un pedazo de ti cada uno de nosotros y presuroso encontrará el camino a casa.

Amaneció con gotas de lluvia, el manto celestial discretamente ha llorado, nuestros corazones enjugan el llanto por la irreparable pérdida; el sol calienta nuestra sien;  tenemos helado frío en los huesos; pero nuestros corazones siguen su cálido latido expresando que no hay estación, que no hay clima, que no hay sien ardiente o hueso helado que disminuya o apague la hoguera del afecto, del reconocimiento, de la amistad.  Hoy no sólo nos reunimos para decir adiós, también nos reunimos para decir gracias por lo que has hecho por cada uno de nosotros, por Huachipa y por nuestra patria entera.

Debemos agradecer el invalorable e imperecedero aporte que realizó la señora María de Jesús Vásquez, Reina y Señora de la Canción Criolla, en el modelado del nuevo rostro de nuestro amado Perú.  A través de su música, a través de su arte, a través de sus canciones, a través de su voz

Son muchos los reconocimientos que ha merecido a lo largo de su carrera artística: Condecorada con la Orden del Sol, Las Palmas Magisteriales, el premio José María Arguedas, cientos de distinciones oficiales, miles de reconocimientos en Diplomas y Trofeos, condecorada Patrimonio Cultural de América por la Organización de Estados Americanos OEA.


Como ciudadana le complació a nuestro distrito haberla tenido de Regidora del Centro Poblado Santa María de Huachipa. Función que ejerció en dos periodos consecutivos integrando la Comisión de Educación y Cultura. Como peruana ha prestigiado nuestro emblema en todo el orbe. Su arte ha llegado a lugares inimaginables dando fe que la música es el arte de las artes y el lenguaje universal.

En cada canción suya hay una estampa de la vida nuestra, nos identificamos en ella, comprendemos qué es el Perú y reconocemos los retos que nos toca afrontar. Su música como viento primaveral revuelve nuestros sentidos, aviva nuestras emociones. Su arte como fuego abrasa nuestros más caros sueños, revive el ayer y perenniza el hoy. Sus canciones como el mar de estío es fuente viva para todo mortal, todos llegan por tu vital líquido, todos se van llevándose algo de ti. Tu voz como árbol enhiesto da vida, nos seguirá guareciendo del sol meridiano, nos protegerá de las gotas de rocío en el largo camino de la vida; tus verdes hojas serán  el ropaje que nos abrigue.


Con la primavera permanente del afecto, en este aciago día,  debo mencionar que en esta tierra si hay algo dulce es la voz de Jesús Vásquez; en esta patria si hay algo sublime son sus canciones. En la música si hay algo que recordar es a la Reina y Señora de la Canción Criolla. A través de estas palabras debo reiterar el agradecimiento a usted. Gracias por su música; usted no sabe cuanto significa para nosotros. Gracias por su amistad, afecto que nos ha acompañado en verano y en otoño. Gracias por su sonrisa que nos ha hecho entender que nunca se está solo si tenemos una franca sonrisa que guía nuestro camino.

María de Jesús Vásquez, hoy que has batido tus inmensas alas en un viaje a la eternidad, hoy que te encuentras a la diestra del creador me permito dedicarte unos versos, inspirado en una de sus canciones:


Quisiera verte siempre, buena y amorosa,
con voz  siempre mujer, tierna y bondadosa.
Quisiera ser tiempo, tener siempre la razón,
traer las respuestas, ser medicina para tu corazón.

Quisiera verte siempre cerca de mis ojos,
junto a mi pobre pecho y cerca de mi alma;
Quisiera ser un río que bañe tus orillas,
y así regalarte vida nueva.

Quisiera verte siempre, buena y amorosa,
con voz  siempre mujer, tierna y bondadosa.
Quisiera ser viento para viajar todo continente,
Llevar tu vos y tenerla siempre presente.

Quisiera ser mar amplio y majestuoso,
con tantos misterios, donde puedas reflejar tus ojos.
Quisiera ser tierna amistad para ser sentimiento bello
obsequiarte siempre algo bueno.

Quisiera verte siempre buena y bondadosa.
Quisiera verte siempre cerca de mis ojos,
junto a mi pecho y cerca de mi alma.

Discuros de Luis Bueno en el funeral de la chola Jesús Vásquez

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